lunes, 7 de marzo de 2011





Siempre pasé mis dias, con café, en estaciones de extrarradio. Por mis padres, situaciones, o idas de de  el alma. En ellas encontraba el fin, momentaneo, de mis tormentos. Tambien personas que lloraban de rabia al irse, llorarban de alegria por volver, o el estoico que en un banco lee una historieta de felinos o inquilinos. La verdad esque muchas veces pasaba ahi mis dias por gusto, por evaporizar ese "mono" que sentia al dejar todo y cambiar de habitos.  Alguna vez he cogido el primer autobus que llegase a ella, cogiendolo y acabando en calles de sconocdas. La sensacion de que nadie te pone cara, nadie sabe quien eres, nadie ni nada.

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